Muy pocos usan termómetros de cocina, y demasiados lavan y guardan la carne de una forma que propaga gérmenes, advierte una investigadora.
Muchos estadounidenses no siguen las prácticas de seguridad recomendadas para manejar y cocinar las aves, halla un estudio reciente.
Menos de dos terceras partes de los consumidores tienen un termómetro de cocina, y menos del 10 por ciento de los que tienen los dispositivos los usan para revisar si las aves están cocinadas a una temperatura segura, reportaron los investigadores.
"El USDA [Departamento de Agricultura de EE. UU.] recomienda a los consumidores usar un termómetro de cocina para revisar que la carne y las aves estén bien cocidas", señaló la autora del estudio, Katherine Kosa, investigadora sobre polÃticas alimentarias y de la nutrición de RTI International, en un comunicado de prensa de la organización sin fines de lucro, que tiene su sede en Durham, Carolina del Norte.
"Puede haber patógenos, como la salmonella y el Campylobacter, en las aves crudas. Usar un termómetro de cocina es la única forma fiable de garantizar que la comida esté cocida a una temperatura interna segura para destruir cualquier bacteria nociva que haya", anotó Kosa. "El USDA recomienda que los consumidores cocinen todas las aves a una temperatura interna mÃnima segura de 165 ºF (74 ºC)".
Entre las personas que tenÃan un termómetro de cocina, el uso del dispositivo era más frecuente (del 57 al 73 por ciento) cuando cocinaban pollos y pavos enteros, según el estudio, que aparece en la edición de enero de la revista Journal of Food Protection.
Kosa y sus colaboradores también hallaron que casi un 70 por ciento de los consumidores enjuagan o lavan las aves crudas antes de cocinarlas. Eso es potencialmente peligroso, porque el agua contaminada puede salpicar y propagar bacterias a otros alimentos y a las superficies de la cocina.
Apenas el 18 por ciento de los estadounidenses guardan correctamente las aves crudas en la nevera, y apenas el 11 por ciento de los que descongelan las aves crudas en agua frÃa lo hacen de forma correcta, apuntaron los investigadores.
Los hallazgos se utilizarán para desarrollar materiales con el fin de educar a los consumidores sobre la seguridad de la comida, apuntó Kosa.
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