El peso a los once años es un buen indicador del peso a los 16.
La gran mayoría de niños que son obesos a los once años siguen teniendo demasiado peso a los 16, sugiere una investigación reciente.
Los investigadores dieron seguimiento a casi 4,000 niños de tres áreas metropolitanas de EE. UU. durante cinco años, y encontraron que el 83 por ciento de los que eran obesos en el décimo curso también habían sido obesos en el quinto. Apenas el 12 por ciento de los niños que eran obesos en quinto curso pasaron a tener un peso normal durante la media década siguiente, según el estudio.
"A veces los padres creen que solo es grasa infantil y que los niños la perderán al crecer, pero hallamos mucha más constancia [respecto al peso adicional con el tiempo] de lo que anticipábamos", señaló el autor del estudio, el Dr. Mark Schuster, jefe de pediatría general del Hospital Pediátrico de Boston.
"Sin duda, una vez alguien ha aumentado de peso y tiene sobrepeso u obesidad, es más difícil cambiar los hábitos que influyen sobre ese factor", añadió. "Simplemente que los niños aumenten de peso a medida que crecen no significa que no puedan perder peso, sin duda pueden".
El estudio aparece en línea el 10 de noviembre y en la edición impresa de diciembre de la revista Pediatrics.
La obesidad ha aumentado más del doble entre los niños y se ha cuadruplicado entre los adolescentes en las tres últimas décadas, según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) de EE. UU. Alrededor del 18 por ciento de los niños de 6 a 11 años y del 21 por ciento de los adolescentes de 12 a 19 son obesos, señalan los CDC.
Investigaciones anteriores han indicado que los niños con sobrepeso tienen al menos el doble de probabilidades que los niños de peso normal de tener sobrepeso en la adultez, y hasta el 90 por ciento de los adolescentes obesos se convierten en adultos con sobrepeso u obesos. Un índice de masa corporal (IMC, un cálculo basado en la estatura y el peso) por encima de 25 se considera sobrepeso, mientras que un IMC por encima de 30 se clasifica como obesidad.
Schuster y sus colaboradores seleccionaron al azar a casi 4,000 estudiantes de escuelas públicas de Birmingham (Alabama), Houston y el condado de Los Ángeles (California), y midieron la estatura y el peso de cada niño y de uno de sus padres en quinto y en décimo cursos. Se eligió a los participantes para que proveyeran una muestra equilibrada de negros, blancos y latinos.
Alrededor del 53 por ciento de los estudiantes tenían un peso normal en quinto curso, y el 45 por ciento tenían sobrepeso o eran obesos, hallaron los investigadores.
Según el estudio, aunque la mayoría de los estudiantes obesos de décimo curso habían sido obesos en quinto curso, la estabilidad del peso de los niños con el tiempo también fue demostrada por el hecho de que el 87 por ciento de los estudiantes de quinto grado con un peso normal seguían teniendo un peso normal cinco años más tarde.
Los niños de quinto curso obesos eran más propensos a seguir siendo obesos en el décimo curso si percibían sobre sí mismos que tenían mucho más peso que lo ideal, o si provenían de un hogar con un nivel educativo más bajo, mostró el estudio.
Al comparar el peso de los estudiantes de quinto que llegaron a ser obesos para cuando llegaron a décimo curso con los que no, también se sugirió que los niños eran más propensos a aumentar incluso más de peso con el tiempo si veían más televisión o si uno de sus padres era obeso al inicio del estudio.
"Hace algo de tiempo que sabemos que la obesidad, una vez se desarrolla, puede persistir de la niñez a la adolescencia y a la adultez", advirtió el Dr. Stephen Daniels, jefe de pediatría del Hospital Pediátrico de Colorado.
"Lo interesante aquí es que no es algo uniforme... claramente, hay niños que mantienen [la obesidad] y otros que la pierden", añadió Daniels. "No creo que este estudio sea completamente sorprendente, aunque es instructivo de algunas formas".
Otro factor que posiblemente influya sobre la tendencia a la obesidad entre los jóvenes es la "normalización" de tener un peso adicional en toda la población, planteó Schuster.
"Si los niños miran a su entorno, ven en promedio un grupo de niños más obesos que hace 40 años, y sus padres también", dijo. "Hay una especie de normalización social de tener un IMC más alto, y simplemente es una experiencia mucho más común. Sin duda podría contribuir a esto".
Schuster y Daniels se mostraron de acuerdo en que los pediatras y los padres deben precisar las conductas (tanto en los niños como en los padres) que conducen al aumento de peso, y dirigirse a ellas de forma individual.
"Las personas son menos propensas a ir a los sitios a pie, o a ir al parque", comentó Schuster. "También hay mucha comida rápida, cómoda y altamente procesada disponible, que tiene más calorías y es menos nutritiva. Parte importante de lo que estamos fomentando es el consumo de una dieta más sana y hacer más actividad física, y eso es así independientemente de que el niño sea obeso o no".
Schuster añadió que los padres pueden animar fácilmente un peso saludable entre sus hijos sin hacer que se hagan demasiado conscientes de sus cuerpos ni que contraigan un trastorno de la alimentación.
"No es aconsejable dar a nuestros hijos una muñeca Barbie y preguntarles por qué no se parecen a ella. La idea es no hacer que los niños pasen el día comiendo papitas y dulces", aconsejó. "Hay que darles alimentos saludables, y no pensar que toda la comida es rápida y procesada. Pueden ir a la escuela andando y jugar en el patio con ellos, y apagar la tele".
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