La sexualidad hace parte de la vida de todos los seres humanos.
Desde que una persona nace hasta que muere la sexualidad se manifiesta de distintas formas, situaciones, acciones, sensaciones y sentimientos. Por lo tanto, la sexualidad no es una “cosa” que aparece de pronto en las personas adolescentes, jóvenes o adultas.
El recién nacido experimenta placer en el momento en que succiona el seno de su madre y a través de la lactancia recibe alimento, los niños y niñas, durante la infancia, sienten placer al tocar algunas partes de sus cuerpos, lo cual también hace parte del reconocimiento propio de la edad.
La sexualidad involucra desde el aspecto físico hasta los sentimientos y emociones. La crianza y la educación, así como la edad, la cultura, la región geográfica, la familia y la época histórica, inciden directamente en la forma en que cada persona vive su sexualidad.
De generación en generación se han transmitido ideas sobre sexualidad que son falsas, inexactas y no tienen bases científicas sólidas, pues han surgido de creencias populares, de la intuición, de la desinformación y en algunos casos del miedo de las personas.
El efecto de esas falsas creencias y de la información errónea es que pone a las personas en RIESGO, las imposibilita para asumir actitudes preventivas frente a su salud sexual y para disfrutar libremente de su sexualidad. Además, puede influenciar actitudes discriminatorias frente a otras personas.
Es frecuente que el concepto de sexualidad suela confundirse y mezclarse con los conceptos de sexo y relaciones sexuales, limitando así la vivencia de la sexualidad solamente al contacto genital.
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