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Estudios Revelan que el Sexo Prolonga la Juventud

Recientes estudios científicos demuestran que mantener relaciones sexuales a menudo es bueno para la piel, alarga la vida, la hace más apasionante y mantiene el cerebro en forma. 


El neuropsicólogo David Weeks, ex jefe de Psicología para la Tercera Edad del Hospital Real de Edimburgo, mantiene, como los slogans de algunas cremas de belleza, que el sexo puede rejuvenecer hasta diez años. En un estudio que llevó a cabo entre 3.500 individuos de diferentes edades y que duró una década, Weeks constató que las personas de entre 40 y 50 años que se mantenían más jóvenes tenían relaciones sexuales una media de tres veces por semana. Este científico sostiene también que el riesgo de mortalidad baja un 50% en quienes tienen cubierta su “cuota de orgasmos" –dos veces por semana–. “La calidad de la vida sexual, en adultos mayores predice el estado de salud en general y el bienestar” sostenía Weeks en una conferencia pronunciada en la Facultad de Psicología de Colchester, Inglaterra, el pasado julio y recogida en un artículo de la web The British Psychology Society.


Dos investigadores de Nueva Jersey, el psicólogo Barry Komisaruk y la sexóloga Beverly Whipple están llevando a cabo otro experimento sobre el impacto del orgasmo en el cerebro humano, y si este puede ayudar a retrasar el envejecimiento. Parece ser que hacer ejercicios mentales, tipo sudoku, aumenta la actividad pero sólo en determinadas regiones del cerebro. En cambio, un orgasmo lo hace en la totalidad de este órgano, ya que al llegar al clímax un flujo de sangre riega el cerebro, aumentando tanto el aporte de nutrientes como de oxígeno.

Komisaruk se dedica desde 1982 al estudio del placer enfocado a la mujer. En el inicio de sus experimentos investigó con ratas llegando a la conclusión de que el orgasmo es capaz de inhibir las sensaciones negativas. Más tarde se animó a trabajar con humanos, y entre sus hallazgos descubrió que el placer máximo en el sexo es capaz de bloquear el dolor. Komisaruk trabajó con mujeres que tenían paralizadas las piernas y a las que sus médicos les habían dicho que no podrían tener ninguna sensación sexual. Tras analizar sus casos, descubrió un nervio en el exterior de la medula espinal por el que la sensación de orgasmo se trasladaba al cerebro. Así estas pacientes lograron alcanzar el clímax.

La doctora Benedetta Leuner y sus colegas del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Princeton (EEUU) realizaron un estudio publicado en la revista científica PloS One, en julio del 2010, que demostraba que mientras el estrés reduce la neurogénesis adulta –formación de nuevas neuronas– y restringe la arquitectura dendrítica del hipotálamo, la actividad sexual tiene el efecto contrario.

Según Guillermo García Ribas, neurólogo y coordinador del grupo de conducta y de demencias de la Sociedad Española de Neurología, “las hipótesis apuntan a que tenemos una reserva cognitiva, es decir un número determinado de sinopsis o conexiones y que estas se van deteriorando con los años. Más que mantener el número de neuronas, lo importante es no perder las relaciones entre ellas, que es lo que hace que el cerebro siga funcionando, porque las neuronas pueden reproducirse aunque en un número limitado”.


Benedetta resumía las conclusiones de su experimento en la revista: “Ratas adultas fueron expuestas a una hembra sexualmente receptiva una vez (aguda) o una vez diariamente por 14 días (crónica) y se midieron sus niveles de circulación glucorticoide. Los resultados mostraron que experiencias sexuales agudas incrementaron los niveles de circulación corticoide y el número de neuronas en el hipocampo. La experiencia sexual crónica dejó de producir un incremento en los niveles corticoides pero continuó promoviendo la neurogénesis y estimuló el crecimiento de las espinas dendríticas y la arquitectura dendrítica. La experiencia sexual crónica también redujo el comportamiento relacionado con la ansiedad”.

Si tenemos en cuenta que el sexo entre humanos es mucho más complejo y rico que el de las ratas, podremos hacernos una idea de las conclusiones de este estudio si se extrapola a las personas.


Cuanto más sexo practicamos, más bajos son los niveles de estrés del organismo, mayor es el número de neuronas de nuestro cerebro –estas se destruyen a un ritmo más lento– y mayores son las conexiones entre las mismas.

En el terreno de la belleza el sexo hace milagros, especialmente a la hora de cuidar la piel. La sexóloga de Georgia (EEU), Gloria G. Bramer, sostenía en un artículo de la revista realbeauty.com, del 2011 que “el orgasmo es una de las cosas más saludables que uno puede darse al día. Desde el punto de vista sexológico debería estar incluido en las rutinas diarias, como cepillarse los dientes o lavarse el pelo”. Durante una relación sexual aumenta la circulación sanguínea y se bombea oxígeno hacia la piel, lo que hace que esta esté más brillante, permite eliminar toxinas y aumenta la producción de colágeno, que evita la flacidez , las arrugas y las manchas de la piel. Además, durante el coito se suda, lo que entraña una limpieza facial gratuita, liberando la piel de sus impurezas. Nars Orgasm Blush es un colorete de esta firma cosmética que trata de imitar el rubor que la actividad sexual deja en las mejillas.

El semen es otro derivado del sexo que últimamente se reivindica como producto de belleza. Con propiedades antioxidantes, de reducción de arrugas y alivio en casos de acné, la empresa noruega, Bioforskning, lo ha sintetizado y lo comercializa bajo el nombre de spermina, como ingrediente de una de sus cremas faciales.

Una buena y fructífera vida sexual puede paliar también la atrofia vaginal. Con el paso de los años la producción de estrógenos disminuye, lo mismo que sus efectos sobre el aparato genital femenino, ya que estas hormonas son las responsables de mantener en buenas condiciones el epitelio de la vagina. La mucosa vaginal se vuelve más fina y seca, se producen cambios en el pH y el equilibrio de su flora, lo que puede producir infecciones y cistitis. “Siempre digo que la función hace al órgano”, sostiene Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga y directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, 

Mantener una actividad sexual regular mejora la función vaginal, preservando su elasticidad, previniendo su estrechamiento y manteniéndola joven”.

Fuente: El País  

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