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¿Están plagadas de sal y azúcar la comida de los niños?

La mayoría de comidas para niños pequeños eran ricas en sodio, y los refrigerios para los bebés contenían azúcar añadido.
 Muchas comidas empacadas para los niños pequeños contienen unas cantidades altas de sal, y muchos refrigerios, postres y jugos para niños pequeños y bebés contienen azúcar añadido, halló un estudio reciente.
"Fue sorprendente que más de siete de cada 10 comidas empacadas para niños contuvieran demasiado sodio (sal)", señaló la líder del estudio, Mary Cogswell, investigadora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. "Además, una proporción sustancial de la comida para niños pequeños, y de los refrigerios para bebés y niños pequeños (incluso los que creemos que no son dulces, como las comidas y los refrigerios salados para niños pequeños) contenían al menos un azúcar añadido".
Dijo que la buena noticia es que la mayoría de comidas comerciales para bebés eran bajas en sal y no contenían azúcar añadido.
Cogswell y otros investigadores calcularon el total de azúcar y sal en más de mil comidas para bebés y niños pequeños de EE. UU. encontradas en supermercados importantes en 2012. Las comidas para bebés eran para niños de 4 a 12 meses de edad; las comidas para niños pequeños eran para niños de 1 a 3 años de edad.
Las 657 comidas para bebés incluían cenas, verduras, frutas, cereales secos y granos mixtos listos para comer. Todas excepto dos eran bajas en sodio, lo que se define como menos de 140 miligramos (mg) por porción típica.
La mayoría de comidas para bebés también estaban libres de azúcares añadidos, excepto los granos y frutas mezclados para bebés, alrededor de la mitad de los cuales tenían azúcar añadido y más de un tercio de las calorías totales provenientes del azúcar. En promedio, una poción típica de éstas contenían 10 gramos (g) de azúcar.
Pero las 72 comidas para niños pequeños que los investigadores observaron fueron otra cosa: un tercio contenía azúcar añadido, y más de siete de cada diez eran ricas en sal, lo que se define como más de 210 mg de sal por porción típica.
Además, la mayoría de refrigerios, postres y jugos tanto para bebés como para niños pequeños tendían a contener azúcar añadido. El azúcar conformaba más de una tercera parte de las calorías totales en casi el 90 por ciento de los refrigerios de fruta seca.
"A algunos padres quizá les sorprendería que una mayoría de los refrigerios y los acompañamientos para bebés y niños pequeños, como las galletas con sabor y las galletas de arroz, contenían azúcar añadido", comentó Cogswell. "Más o menos la mitad de los productos mezclados de granos y fruta listos para servir que se analizaron, como los frasquitos de avena y fruta, contenían azúcar añadido".
Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 2 de febrero de la revista Pediatrics.
Grocery Manufacturers of America, un grupo comercial, dijo en una declaración que el estudio "no refleja con precisión el amplio rango de opciones saludables disponibles en el mercado actualmente... porque se basa en datos de 2012 que no reflejan los nuevos productos con niveles reducidos de sodio".
El Instituto de Medicina recomienda que los niños de 1 a 3 años de edad no consuman más de 1,500 mg de sal al día. Pero el 79 por ciento de los niños en ese grupo de edad superan ese límite, lo que los pone en un mayor riesgo de hipertensión en la niñez tardía y en la adultez, anotaron los autores del estudio.
Además, se estima que una cuarta parte de los niños de EE. UU. de 2 a 5 años de edad tienen sobrepeso o son obesos, lo que aumenta el riesgo de diabetes tipo 2 y otras afecciones de salud. Las directrices federales recomiendan que no más del 5 al 15 por ciento del total diario de calorías provenga del azúcar añadido, y los niños de EE. UU. de 2 a 5 años tienen un promedio de alrededor del 13 por ciento, según la información de respaldo del estudio.
"Una cantidad significativa de evidencias muestran que uno de los predictores más potentes de lo que los niños comen más adelante en la vida es lo que comen a una edad temprana", comentó Cogswell. "Una mala dieta en la niñez puede formar las bases para problemas de salud en el futuro, como la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, de forma que intentar formar unos hábitos saludables de alimentación pronto es importante".
Cogswell aseguró que los padres pueden hacer mucho por formar esos hábitos. Sugirió ofrecer repetitivamente a bebés y niños pequeños alimentos que sean naturalmente bajos en sal y azúcares añadidos, además de frutas y verduras sin azúcar, sal ni salsas añadidas, con tanta frecuencia como puedan.
Al ir de compras, los padres pueden buscar alimentos con etiquetas de "bajo en sodio", que según la ley solo se pueden usar en productos con menos de 140 mg por porción, o con etiquetas de "sin sal" o de "sin azúcares añadidos". Las nuevas directrices federales sobre las etiquetas nutricionales que entrarán en vigencia el año próximo requerirán que los productos con azúcar añadido lo informen en la etiqueta, comentó.
Pero los padres deben seguir teniendo cuidado con la afirmación de "sin azúcares añadidos" o la mención del "número equivalente de porciones de fruta" cuando se trata de algunos productos que contienen frutas, advirtió el Dr. Yoni Freedhoff, profesor asistente de medicina familiar de la Universidad de Ottawa, en Canadá, y especialista en obesidad.
"No hay equivalentes de fruta excepto las frutas de verdad, y si una etiqueta tiene que presumir de que no contiene azúcar añadido, con frecuencia significa que los fabricantes han utilizado concentrados de fruta para potenciar sus productos con unas cantidades inmensas de azúcar", avisó Freedhoff. "He visto barritas y refrigerios de frutas con más azúcar que las barras de chocolate, que según el peso en la báscula son un 80 por ciento puro azúcar".
Sugirió que las etiquetas que suenen demasiado buenas para ser ciertas también son una señal de advertencia.
"La norma práctica más fácil y triste es que mientras más intente el paquete de un producto de convencerle de que sus contenidos son saludables, más importante es darle la vuelta al producto y tomarse un momento para considerar el panel de datos de nutrición e ingredientes para determinar si las afirmaciones se justifican", planteó Freedhoff.
Una forma rápida de evaluar la etiqueta nutricional es observar si el azúcar o la sal se mencionan en los primeros cinco ingredientes, comentó Kristi King, dietista principal del Hospital Pediátrico de Houston. Además del azúcar y el jarabe de maíz, los padres pueden estar atentos a la miel, la fructosa, la malta, la melaza, la dextrosa, la glucosa, la lactosa, la sacarosa, el azúcar turbinado y la trehalosa entre los ingredientes.
"Las etiquetas de los alimentos pueden ser muy difíciles y abrumadoras", lamentó King. "Una regla práctica es que 4 gramos de azúcar equivalen a una cucharadita. Saber esa información puede ayudar a los padres rápidamente a calcular cuántas cucharaditas de azúcar consumiría su hijo".
King también recomendó no añadir sal a la comida en la mesa ni al cocinar, no añadir azúcar a los cereales ni a las frutas y ofrecer a los niños una variedad de tipos y colores de alimentos para garantizar que consuman una variedad de nutrientes. "Se pueden usar algunos alimentos empacados por conveniencia, pero no deben ser la base de la dieta", enfatizó King.
Aunque preparar la comida en casa conlleva tiempo, no tiene que ser gourmet y en general será más saludable, aseguró Freedhoff.

"Recomendaría un sándwich en lugar de un producto de almuerzo empacado para los niños cualquier día de la semana", dijo. "Este estudio sugiere que a partir de la primera niñez, estamos construyendo a los niños con azúcar y sal, que no son exactamente los materiales de construcción de mejor calidad disponibles".

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